HAY QUE ASISTIR
a la gran Fiesta
con el corazón
limpio
y una sonrisa
en los labios.
Tenemos que invitar
a todos,
conocer al desconocido
para compartir
con él la gran ilusión
del nuevo día.
Debemos avisar, sin tardanza,
a nuestros queridos
amigos
y arrancarles las lágrimas
amargas
ofreciéndoles esperanzas
nuevas.
Hemos de ir siempre juntos,
construir caminos luminosos
en las noches eternas
para llegar al Gran Valle
y celebrar unidos
la Fiesta de la vida.
26 de febrero de 1.993.
lunes, 12 de octubre de 2009
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