LAS PALABRAS TIENEN MIEDO
a volar. Sus gritos, ahogados
por la impotencia,
retumban en los recodos del alma.
Las calles, bulliciosas, están vacías,
completamente desiertas,
nadie puede salir
de sus hogares. Los niños
no pueden ir a los colegios,
tampoco jugar con sus amigos,
ni asistir a fiestas secretas,
ni organizar botellones clandestinos.