El atardecer juega con las emociones. Con suma ternura las deposita en el alma atormentada del hombre, los estúpidos rencores acaban con la armonía y las viejas costumbres que se aprendían en el colegio, los grandes conceptos como ´´FAMILIA’’, ‘’DIOS’’. ``PATRIA’’ y muchos otros perdieron todo su sentido, tuvieron que huir por los caminos de la humillación, ya no interesan sus valores. Al nuevo hombre le preocupa otros valores, su ritmo de vida no puede detenerse para analizar absurdas tonterías de un pasado obsoleto, repleto de tradiciones que ya no tienen cabida en la sociedad.
El tiempo actual huye velozmente hacia un horizonte que nadie ve, una borrosa niebla de incertidumbre cubre las esperanzas humanas, nadie tiene la certeza de poder conseguir el gramo de felicidad necesario para disfrutar, al menos, las pequeñas cosas de la vida.