LOS MURMULLOS GRITAN
emociones hambrientas
de paraísos lejanos,
llenos de ilusiones luminosas.
El horizonte, de repente,
desaparece en una niebla
asesina, devora los versos azules
de toda una vida de sacrificios.
Las ventanas se cierran,
no quieren contemplar
el sufrimiento de las palabras,
retorcidas por el miserable
dolor de unas ausencias,
humilladas por un silencio
ingrato que escupe
un rencor desconocido.
No paran de gritar.
La noche es insoportable.
El querido espejo de la nostalgia,
de pronto, se resquebraja.
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