Como reza el título de unos de mis últimos libros LA VIDA NO ES UNA VULGAR PELICULA. Las imágenes que nos muestran, cada día, las televisiones, no se trata de ninguna producción cinematográfica ni los mísiles que surcan el cielo para impactar contra hospitales, colegios u otros edificios, acabando, bruscamente, con miles de esperanzas, no son grandes efectos especiales, sino hechos reales que se producen ante nuestros ojos que no se creen que aquello que están viendo sea verdad. Pues sí, es verdad, aunque cueste asimilarlo.
Es inconcebible que, en pleno siglo XXI, la paz mundial se vea amenazada por guerras que recuerdan otras épocas que no gozaban de tanta prosperidad como esta en que vivimos, en plena era tecnológica, sin embargo, el hombre no deja de matar. Su soberbia le lleva a cometer barbaridades atroces, crímenes desgarradores que te encoge el corazón, porque no se pueden soportar las imágenes de los conflictos bélicos actuales que asolan nuestro planeta, sembrando muertes y destrucción en cada esquina.
La invasión de Ucrania y el ataque de Hammas contra Israel ha azotado, brutalmente, a la paz mundial y parece que nadie puede hacer nada por detenerlo. Hay demasiado intereses por medio para detener a los verdaderos culpables. Éstos continúan con sus actos y, ante la incapacidad o el miedo de las fuerzas internacionales para detenerles, considerándose superiores, saben que tienen la sartén por el mango, que si se atreven, la UE, EE.UU, u otras potencias, a intervenir, las cosas, sin duda, se pondrían peor.
En mi último libro de poesía, La sinfonía de la vida, escribí un par de poemas sobre la guerra de Ucrania en el que afirmo y, perfectamente, podría ser una conclusión de todo lo que está pasando en nuestro tiempo, que ‘’EL HOMBRE ESTÁ ENFERMO’’, enfermo de soberbia.
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