EL HOMBRE TIENDE A CAER

en los mismos errores.

Tropieza constantemente

en la misma piedra

y culpa a la sociedad

de su propia torpeza.

Se niega a reconocer

sus faltas, las humillaciones

que comete, las injurias

lanzadas hacia al prójimo,

verdadero culpable

de su amargura.

Él siempre tiene razón,

los demás le deben

rendir eterna pleitesía.

Se niega a mirarse en el espejo,

teme encontrarse con el asesino 

que lleva dentro,

prefiere no mirar atrás

y continuar su propia autodestrucción.