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sábado, 5 de noviembre de 2011

POR FIN

Por fin, se va a terminar el calvario, la penosa pesadilla en la que nos ha sumido este gobierno que nos ha tocado padecer durante caso ocho años, en los cuales ha dejado España ‘’que no la conoce ni la madre que la parió’’. Esta recordada frase la formuló Alfonso Guerra en un contexto similar a este, en el que se produjeron cambios que, como siempre, gustaron a unos y disgustaron a otros, es lógico, y más cuando sólo existen dos opciones políticas tan encontrada: aquí o se es un rojo o un facha, no hay término medio. Entonces los cambios trajeron, en un principios, ilusión, esperanza, los detractores fueron asumiendo que las cosas no podían continuar como siempre, que el color había llegado y que aquella España cañi, de blanco y negro, tenia que volar hacia otros nuevos horizontes en los que buscar prometedoras posibilidades que nos permitieran contar de una manera digna en el concierto internacional. Así ocurrió y llegamos, incluso, a codearnos con las naciones más poderosa de nuestro entorno, en ese cambio hay que valorar tanto los logros conseguido durante el largo periodo socialista como los ocho años de los populares; gusten o no, están ahí, y los españoles parecían orgullosos de los avances producidos en la sociedad. Mas ahora ese cambio se ha producido para, en cierto modo, volver a un pasado que teníamos olvidado, entre otras cosas, por haber pretendido vivir por encima de nuestras posibilidades. Es verdad que hay un crisis terrible, pero aquí el Gobierno no ha hecho nada en absoluto, el presidente del gobierno se pavoneaba por todo el mundo diciendo que éramos los mejores y que las culpas eran de otros, puesto que el gobierno que él presidía, en todo momento, hacía las cosas correctas, no había nada que objetar y todo aquel que dijera lo contrario era un antipatriota asqueroso.
Así nos va, nadie nos hace caso, la marca de España está totalmente desprestigiada y vamos en el furgón de cola recogiendo los desperdicios que otros arrojan. Nos dictan normas, nos dicen qué medidas hay que tomar y el Presidente del Gobierno, no hace caso, su nueva ocupación de contemplar las estrellas le tiene sumido en una profunda catarsis de espíritu donde los problemas de España ya no le afecta, sólo sueña volver a León y tumbarse en su confortable hamaca. Mientras Europa contempla admirada como el país, que llegó a ser un poderoso imperio, ahora parece desintegrarse por culpa de la desidia de un hombre que se afana en descubrir el sexo de las estrellas.

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