LA MÚSICA Y LA NOCHE
escriben los mejores versos
en mi alma.
Las palabras, con su magia
deslumbrante,
me descubren los misterios
del sendero.
La música de jazz
inunda todo mi ser,
acaricia los sueños dormidos
del corazón ausente.
Bailo, persigo estelas
luminosas,
me pierdo entre centenares
de luceros transparente.
Sueño, es lo único
que me queda.
Lentamente, seguro
de mi mismo,
me entrego en cuerpo
y alma
al sexo trasnochado
de los reproches absurdos.
Al amanecer abriré las ventanas,
permitiré que las palabras
guíen, como siempre,
las huellas de mis pasos.
martes, 18 de marzo de 2014
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