LOS SILENCIOS LUCHABAN
por gritar injusticias,
querían denunciar conductas
agresivas, actitudes
soeces del ser humano.
Las palabras cobardes
se rompían en crepúsculos
corrompidos.
Y, al atardecer,
se auto flagelaban por sus débiles
lamentos, por la debilidad
de sus argumentos borrachos
de infamias, carentes
de toda dignidad.
Los silencios tuvieron, como siempre,
que tragarse su orgullo.
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