UN FRIO HELADO
me inmunda el alma.
Una niebla persistente
y amarga borra
mis últimos poemas
de amor,
las cuartillas, en blanco,
se cubren de una amargura
inesperada.
Mañana, tal vez
consiga regresar
del olvido
y, a duras penas,
logre engancharme
a la vida.
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