EL SILENCIO DUELE.
Sus palabras me persiguen,
y, de repente, desaparecen
entre la niebla de un cementerio,
inmensamente frío
y desolado.
Nos quedamos huérfanos
de su cariño.
No encontramos el camino.
Buscamos, desesperadamente,
al padre y al hermano,
al hijo y al marido.
Yo y mi madre vagamos en una pesadilla
de emociones compartidas,
momentos buenos y malos,
instantes inolvidables
de toda una vida,
Partieron, casi juntos,
nos abandonaron en la dolorosa
soledad de sus ausencias.
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