A Miguel Blanco,
compañero del dolor
TE ARREBATARON LA VIDA
de la manera más vil
y cobarde, Miguel Ángel.
De rodillas y con los ojos
vendados
para que no pudieras ver
la cara risueña y llena
de satisfacción
de la alimaña que apretó
el gatillo.
Te robaron el futuro, Miguel Ángel,
tenías una vida por delante
repleta de amor y esperanza.
Lo sé, amigo, desde que pude ver
en las escenas de tu afligida familia
y en tu emotivo entierro,
la tremenda fortaleza,
sobre todo, de tu novia
quien daba ánimo y valor
a los tuyos,
y que te entregó
aquellas tristes baquetas
con las que tocabas la batería,
cuando ya descansabas
en el lecho eterno.
Espero que la sigas empleando
allá en el cielo,
y hagas sonreír un poco al Señor,
mientras los ángeles te acompañan
con sus melodías celestiales.
Agur, Miguel Ángel, compañero,
con tu muerte envejecimos
y nos mataron un poco.
Nos dimos cuenta
que cualquier día nos puede tocar,
todos somos sus juguetes estúpidos
y ridículos,
todos estamos en su punto de mira.
Pero también nos dimos cuenta
que tu muerte no fue en vano,
sirvió para hacernos más fuertes
y que,
poco a poco,
les estamos plantando cara al terror,
nuestras lágrimas se tornan en cuchillos
de Paz que se clavan en sus corazones
corrompidos.
Ahora, el punto de mira son ellos.
Vamos a acabar con ellos,
te lo aseguro, amigo,
y, desde el cielo, lo podrás comprobar.
Agur Miguel Ángel,
Adiós, amigo.
30 de agosto de 1.997.
lunes, 12 de octubre de 2009
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