PERDONAME, MI AMOR,
no he sabido buscarte.
Oía tus gritos desesperados,
pero nunca me atreví
a salir a tu encuentro.
No pude luchar contra un destino
injusto, cada día
me proponía plantarle cara
y decirle que quería
iniciar mi propio camino.
Me quería liberar de estúpidas
ataduras, necesitaba
partir sólo. Era preciso
buscarte, hallarte,
Quedarme contigo
para compartir las emociones
de nuestras soledades.
Teníamos que dibujar,
poco a poco, y
con paciencia,
nuestro gran poema.
Teníamos que intercambiarnos
versos azules para contemplar
amaneceres cristalinos
y hallar la senda
de nuestra verdadera felicidad.
Mas, todo fue un bello sueño.